Alita Roldán: La profe que baila, viaja y ayuda a otros a encontrar su propia esencia
Pasó de bailar en el monte Santiagueño a estar en el Teatro Colón y ser becada en Europa. También dirige y baila en la mayoría de los festivales más importante del país como por ejemplo: Cosquín . Dice que en Olavarría tiene mucho para aportar y que en su espacio «El Portón del Arte» formó a bailarines que lograron entrar en grandes academias, asegura que «todos podemos danzar y está en uno permitírselo» . Además cuenta que se pueden romper estereotipos de la danza tradicional pero sin perder la esencia. Ella en un momento de su vida «tocó fondo» y gracias a la danza pudo salir adelante. Viajes, y anécdotas en esta historia de esfuerzo y superación .
25/06/2025

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La danza, la música y el canto, son disciplinas que apasionan a María Alejandra Díaz Roldán, más conocida como «Alita» para sus seres queridos y en el ambiente artístico. Su espacio «El Portón del Arte» está en una calle cortada donde a lado pasa el tren. Quizás sirva de metáfora para adentrarnos en su viaje de vida de esta gran artista.
Enseguida abre el portón sonríe y generosamente invita a pasar pero con los pies descalzos para que, según su punto de vista, las malas energías no entren al lugar donde reina la paz, la tranquilidad y la espiritualidad. Afuera tarde-noche hacía mucho calor pero adentro estaba fresquito y acogedor. Esa es su morada en la cual se expresa, baila, enseña y canta, se nota que es una persona muy feliz y que disfruta mucho de trabajar. Después de que se preparó el mate , y nos sentamos en unos almohadones puf que estaban sobre una alfombra Libanés, es que empezó a contar su historia.
Se inició en esta actividad desde muy chiquita, porque viene de familia de grandes artistas muy reconocidos en Santiago del Estero, por lo que cantar, recitar y bailar era para ellos tan natural como caminar y respirar. Su tío, su abuelo, y bisabuelo componían mucha música y eran grandes letristas.
Ella cuando era chica y vivía en Santiago del Estero iba al monte que estaba cerca de su casa para disfrutar del paisaje, las vegetaciones y los frondosos árboles. A su vez jugaba y danzaba al ritmo de las ramas que se movían con el viento. Allí tomó contacto con las comunidades originarias como por ejemplo: los Diaguitas y los Tonocotec en la cual aprendió cultura y música ancestral.
Cada vez que Alita iba con sus padres a visitar a su abuela, se fugaba a la casa de a lado y se trepaba por la ventana para espiar a la vecina que tocaba el piano. «Hasta que una vez me descubrió, me levantó y me llevó para adentro para que vea mejor. Eso para mí fue maravilloso. Con el tiempo, cuando se dio cuenta que bailaba y tenía muchas condiciones, esa señora habló con mi papá para que pueda ir a estudiar danzas al Teatro Colón«. Ese fue el momento para que Alita ya iniciara su camino artístico.
En este punto agrega que era muy pequeña cuando tomaba solita el tren hasta Buenos Aires, era otro mundo. «Te podes imaginar que era muy difícil para mí, porque era muy chiquita y me costaba despegarme de mi familia.Después cuando mí papá pidió el traslado y mí familia logró llegar a Capital Federal como que todo se acomodó«.
Ella al igual que sus compañeras todo lo aprendían jugando por más que la música clásica sea más estructurado. Tuvo a grandes referentes como los bailarines: Cesar Quiroga y Tatiana Fesenko Swidskinskid. «Ellos siempre me decían: ‘subí a jugar’, porque uno es niña, a pesar de que estás trabajando en un formato tan estructurado. Entonces yo subía al escenario para jugar , y me cuidaban para que esto no se convirtiera en una presión, como le ha pasado a muchas compañeras que se bajaban del escenario llorando. La verdad que es muy fuerte ser observado y convengamos que la danza clásica es distinto a la música popular, porque se requieren de otros lenguajes y otras estructuras, cada ámbito tiene su forma y reglas dentro de los estilos musicales», dice Alita Roldán.
«Mi familia hizo mucho esfuerzo para que pudiera estudiar en Buenos Aires, muchas de las audiciones lo hacía con zapatillas prestada, igual yo estaba muy segura de lo que quería ser. Ahora no puedo decir que soy bailarina sino que soy una artista, porque la danza me llevó a abrazar otras disciplinas como la música, la copla y el teatro. Ahora todas estas disciplinas donde yo trabajé conviven a flor del piel«.
En este sentido Alita explica que: «para llegar al hueso de lo profundo hay que trabajar al cien por cien y hoy me siento feliz trabajando. Hoy mí papi no está, pero me acompaña en esos deseos, por eso no me gusta hablar de sueños porque pienso que la vida está lleno de anhelos, y para cumplirlos hay que trabajar mucho desde lo profundo, y cuando hablo profundo significa esto, de haberme despegado tan chiquita de mi familia para irme a estudiar».
Romper sin perder la esencia
Ella cuenta que el apoyo familiar fue muy importante para su carrera. Le costó mucho, pero al fina logró cumplir sus anhelos. Pasó de bailar en el medio del monte santiagueño al Teatro Colón, y de ahí ser becada en Alemania, también pasó por Estados Unidos; y en Argentina fue parte de varias compañías en la cual recorrió muchos festivales ya sea actuando o dirigiendo. Actualmente disfruta mucho de enseñar acá en Olavarría en su escuela de arte.
Entre las compañías que más le marcó en su vida fue «Entre Líneas»: «Ahí teníamos el privilegio de manejar muchos estilos y cuando empecé a dirigir, me encontré que había cosas que se les despertaba en los cuerpos de los bailarines y ahí los ayudaba a qué encuentren su propio estilo. Me acuerdo que una vez trabajé con un bailarín de La Pampa, Lucas Salguero, y me dijo que quería enfocarse en el malambo surero. Entonces le sugerí que empiece a profundizar, que viaje, que busque a los principales referentes de ese estilo, que los vea zapatear, que charle con ellos, y que tenga criterio musical.Por lo tanto danzar y comunicar no es una tarea sencilla porque debe quedar en la retinas y en el corazón de la persona que lo ve «, señala Roldán.
De esta manera agrega que: « En el arte no hay límites pero si alguien baila una chacarera estilizada, por más que sea moderno, yo quiero ver la chacarera en cuanto a corporalidad, en los gestos y en las referencias en que yo tomo en cuanto a la musicalidad, cada estilo tiene su textura y eso tiene que estar. A veces veo bailarines que están más abocados en bailar más que en danzar, y para mí hay una diferencia, porque bailar cualquiera lo puede hacer, pero danzar se requiere de esforzarse y trabajar en profundidad. Yo por ejemplo cuando enseñó danzas africanas tuve que viajar, convivir, e interiorizarme muchísimo sobre este tema «.
De esta forma comenta que: » ‘Entre Líneas’ «fue la primera compañía en abrir una puerta dentro del lenguaje del folklore en la cual pude ensamblar todo mi acervo cultural santiagueño y romper con un estereotipo de la danza tradicional. Realizamos un espectáculo en la cual los bailarines también cantaban, actuaban y tocaban. Si bien al principio nos criticaban, pero esto fue replicado en muchas otras compañías», remarca la profesora. Cómo parte de ese plantel estaba Cacho Ferreyra que ha tocado con Teresa Parodi y Ramona Galarza. También recibió mucho apoyo del Chango Faria Gómez . «La idea era darle a nuestro espectáculos una línea y un mensaje escénico sin que pierda la esencia original», aclara Roldán.
Sobre su labor docente detalla que tiene una formación en Expresión Corporal, Composición Coreográfica y Composición Musical. Además cuenta que: «desde muy chiquita que llevo otras sonoridades de Santiago para Olavarria soy una artista que forma a mucha gente y es como yo digo el arte es para todos y está en uno permitírselo , eso si, hay que tomar las cosas con mucha responsabilidad ya sea si lo haces en tu casa, con tus amigos o en el escenario y eso lo transmito de la forma más profesional y honesta posible trabajando en uno mismo».
De esta forma Alita opina que el arte es una gran herramienta pero no es terapéutico, sin embargo de acuerdo con su mirada, brinda la posibilidad de que seamos más sensibles .Por lo tanto la función del maestro es observar y generar perspectivas e inquietudes para que el intérprete, así llama a sus estudiantes, descubra capacidades que no tenía.
Para ejemplificar este concepto cuenta una anécdota: «resulta que vino una persona ciega a mí taller, ni bien lo vi, lo agarré de la mano y lo invité a participar. Cuando la clase terminó el lloraba de la alegría y de emoción debido a que muchas veces le dijeron que no en varios institutos. Después consiguió una beca en Buenos Aires y para mí eso fue muy gratificante, porque el arte se mueve a través de los sentidos en la cual uno se sumerge en un mundo que solo vos sabes dónde estás, los sentidos está más allá de lo que nos permite la piel».
Su gira por el Norte
En estos meses de verano hizo una gira por el norte de nuestro país, estuvo en Tucumán, La Rioja, Córdoba, Catamarca, y Santiago del Estero entre otras provincias . Ahí danzó y dirigió a bailarines. Además compartió escenarios, guitarreadas, con otros músicos como Peteco Carabajal, Roxana Carabajal, y el Dúo Coplanacu. Por esa experiencia se muestra muy contenta porque además pudo estar con su familia que hacía mucho que no lo veía y pudo compartir empanadas, vino y asados.
«Un Festival se vive con mucha adrenalina, con muy lindas perspectivas. Fueron meses muy intensivos, hermoso, y de mucho aprendizaje en la cual entre todos nos alentamos y nos ayudamos. Me acuerdo en una presentación, después de bailar, mucha gente se acercaba y me comentaba que les gustaba mi performance, me felicitaban, además me pedían fotos, autógrafos. Hasta un bailarín me dijo: ‘Alita quiero bailar como vos’, eso fue maravilloso «.
«En mis presentaciones llevo mucho del repertorio más ancestral y del repertorio latinoamericano, todavía no me lancé a tocar chacareras pero en este año vengo trabajando con esa impronta de cantar más vidalas que viene más de familia y es más puro del monte, esto hace muchos años que lo vengo acercando a la gente«.
Para Alita, cada Festival es una alegría,un trabajo y una oportunidad para acercarse al público, lo disfruta mucho . «Cuando uno viaja a otros lados como que siempre está sucediendo cosas y los Festivales tiene eso, de poder conocernos, a mi me encanta interactuar con el espectador eso es muy lindo porque uno aprende y además me encanta ver las propuestas de otros artistas para acompañar, y alentar en las búsquedas«.
La danza como sostén de vida
«Con la danza volví a renacer después de una pandemia donde perdí muchos referentes musicales, familiares y muchos maestros.Eso me generó en mi cuerpo un cimbronazo muy fuerte», cuenta Roldán con la voz quebradiza, y agrega que: «el arte, la música y el teatro me sigue impulsando hacia otras latitudes . Todo esto lo sufrí mucho, a tal punto que estuve un tiempo sin poder agarrar mi caja y poder cantar, llegó un momento de mí vida donde también tuve muchos problemas personales y realmente toque fondo» y vuelve a remarcar: «realmente toque fondo, pero el arte me salvó y me dio impulso para seguir» , dice emocionada.
«Acá en Olavarría siento que tengo mucho para aportar, hay mucha gente que me está descubriendo y cuando vienen al ‘Portón del Arte’ se sorprenden al encontrarse con una maestra que está direccionando un proyecto a pulmón y sin subsidios», comenta casi con lágrimas en los ojos y agrega: «yo me mantengo con mi trabajo, nunca pedí nada, lo mismo mi familia nunca pedimos nada, pero nos costó mucho.Valoro el arte y la posibilidad de poder convidar a un montón de gente que por ahí no puede irse a Buenos Aires a estudiar y celebro que desde ‘el Portón del Arte’ tenga muchos intérpretes y bailarines que hoy entraron en grandes academias».
Para finalizar deja una interesante reflexión: «Tuve que atravesar un montón de obstáculos que no pasa por lo que uno le pasa, sino por el sistema porque tenemos leyes y protocolos que no se renuevan. No se tiene en cuenta lo que tanto aprendí de mí papá y de mí mamá que es el aspecto humano que es la vida y el otro, por eso la danza me vio nacer muchas veces en mí vida y en mí profesión. Me dio la posibilidad de seguir aunque quizás no puedo hacer los trucos que hacía 20 años atrás, pero eso también me enseñó mucho, yo nunca puse en tela de juicio lo que a mí me pasó, sino que me abrí a ese proceso, me abrí al aprendizaje, y creo que mí familia que hoy me sostiene me enseñó mucho desde el amor y todo lo que conseguí fue desde el amor». Y agrega:»tuve que pasar por momentos oscuros y naufragar para encontrar mí propia luz y poder ser la Alita que soy ahora. Para mí la danza es mí trabajo, mí dignidad, es mí vida «, concluye orgullosa y contenta Alita Roldán.