El Calvario de un Inocente en Moto: Prepotencia Policial en Olavarría

En una noche cualquiera en Olavarría, la vida de Tiziano Gianelli quien se gana su vida dignamente, dio un giro inesperado. Con solo 19 años y una moto averiada, este joven se vio envuelto en un episodio de control policial que escaló a hostigamiento y abuso, revelando los prejuicios que a menudo tiñen el accionar de las fuerzas de seguridad. Su testimonio es un reflejo de la delgada y preocupante línea que separa la seguridad ciudadana de la prepotencia institucional, invitando a una reflexión urgente sobre los derechos y el rol de quienes deben protegernos. ****

Foto: Central Noticias.

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A mediados de mayo por la noche, Tiziano Gianelli, de 19 años, salió de un kiosco en Lavalle y Moreno. Arrastraba su moto porque  tenía tornillos flojos en el amortiguador, luego cuando caminó a solo dos cuadras del local, fue interceptado por la policía para una supuesta identificación. "Estoy apurado, me tengo que ir", les dijo Tiziano, sin imaginar el calvario que estaba a punto de vivir.

En cuestión de segundos, dos agentes más se sumaron, exigiéndole: "Vení para acá, no te vayas". Tiziano, intuyendo que algo no andaba bien en esa detención,  sacó su celular para grabar; De esta forma la tensión creció cuando él le explicó a la oficial que esto era "Arbitrario", y ella le contestó: "¡Arbitrario las pelotas!". Desesperado, Tiziano rompió el silencio gritando: "¡Ayuda, ayuda!"."

Aunque el joven intentó explicar que no estaba haciendo nada malo, uno de los oficiales lo mandó a callar. A partir de ahí, el trato cambió drásticamente, como si fuera un delincuente. "Dejá de hacerte el paj... conmigo", le soltó otro policía. Tiziano, buscando amparo, preguntó   por el inspector, pero sus palabras no obtuvieron respuesta. La oficial, con un tono que no admitía réplicas, le advirtió: "Si yo te veo tirando en una moto, te puedo identificar". El hostigamiento escaló aún más: "Vos seguro que tenés una mamita que hace quilombo, que cobra un plan, tu papi por lo mismo y seguro que  andan con esos pañuelitos verdes".

El joven, sorprendido, le contestó: "Al contrario, somos toda gente buena, nada que ver". Finalmente lo dejaron ir, pero el momento que Tiziano Gianelli vivió esa noche  sin dudas le produjo una profunda marca de angustia y desolación.

"Me agarró mucho miedo cuando me empezaron a acorralar. No sabía lo que me iba a pasar y empecé a correr, a gritar, a pedir ayuda. ¿Cómo no asustarse si cuatro policías vienen sin motivo a agarrarte así, sin saber qué va a pasar?", relató Tiziano a "Diario Olavarría".

Escapar fue una defensa visceral, la del instinto de supervivencia ante la incertidumbre y la prepotencia. El miedo, en situaciones así, no es una opción, sino una respuesta incontrolable, una alerta que dispara la huida. Tiziano lo vivió en carne propia, aunque después quedó totalmente comprobado que no había hecho nada malo, que todo fue puro susto.

 
La Línea Difusa del Accionar Policial y la Vulneración de Derechos

El momento de tensión que Tiziano Gianelli atravesó ilustra un límite difuso  por el accionar policial. Si bien los agentes pueden   solicitar documentos por control rutinario y garantizar la seguridad, pero la ciudadanía , no tolera la falta de respeto más si el accionar policial se convierte en abuso de fuerza o atropello. Las fuerzas policiales deberían saber que los individuos se transforman en víctimas y pueden sufrir severos impactos psicológicos si actúan de mala manera.

Según la Ley 13.482 de "Unificación de las Normas de Organización de las Policías de la Provincia de Buenos Aires", los agentes pueden solicitar la identificación de una persona en la vía pública. Esta demora, que no requiere orden judicial, busca constatar la identidad. Sin embargo, no es un cheque en blanco. La misma ley y el Protocolo de Actuación que rige a las policías bonaerenses establecen límites claros que fueron  ignorados  en el caso de Tiziano.

La solicitud de identificación solo se justifica si existen circunstancias objetivas que la respalden. Esto significa que la acción policial no puede basarse en el "olfato", "perfiles raciales" o cualquier otro motivo que implique un trato discriminatorio. Frases como "Si yo te veo tirando en una moto, te puedo identificar" o las alusiones a "mamita que hace quilombo" y los "pañuelitos verdes" que escuchó Tiziano, lejos de ser justificaciones objetivas, revelan los prejuicios que la normativa busca evitar.

Además, la identificación solo procede si la persona se niega a identificarse o no tiene ningún documento para acreditar su identidad; Sin embargo hay que recordar que no existe una ley que obligue a llevar el DNI encima, aunque siempre sea recomendable hacerlo. Si la persona ya es conocida por la policía, una detención solo para identificarla es innecesaria. En el caso de Tiziano, quien intentó explicar su situación y el motivo de la moto a pie, la insistencia policial parece haber cruzado esa línea. ¿Se cumplían las condiciones para una demora legítima o se trató de un accionar basado en prejuicios y una supuesta "actitud sospechosa" que no se correspondía con la realidad?

El protocolo es aún más estricto: la limitación de la libertad debe ser estrictamente necesaria y proporcional al fin preventivo, nunca desmedida o intimidatoria. Su duración debe ser la mínima posible, y el trato siempre debe guiarse por el respeto irrestricto a la ley y a los derechos humanos. Gritos como "¡Arbitrario las pelotas!" o expresiones como "Dejá de hacerte el paj... conmigo" no solo denotan un lenguaje inapropiado, sino una clara vulneración de este principio. Asimismo, la persona no puede ser alojada en calabozos y tiene derecho a comunicarse con un familiar o abogado.

Lo que Tiziano vivió dista mucho de este protocolo. Acorralado, con miedo, gritando "¡Ayuda!" y sin poder explicarse, fue blanco de comentarios descalificadores y un lenguaje que carece de todo profesionalismo. Lo de Tiziano no fue solo un susto; fue un claro ejemplo de la prepotencia institucional que, lamentablemente, aún persiste.

 
El camino hacia una seguridad democrática

El respeto es un derecho universal y debe primar en toda interacción con las fuerzas de seguridad. Ante tal prepotencia, ¿quién no se asustaría y saldría corriendo? Es algo que a cualquiera le podría pasar, incluso a muchas personas que se ganan la vida tan  dignamente como este joven. 

El caso de Tiziano nos obliga a hacernos preguntas cruciales: ¿Por qué algunos policías tratan de delincuentes a cualquier persona basándose en prejuicios? ¿Pueden seguir trabajando agentes que manejan un vocabulario tan inapropiado y que demuestran nociones violentas, como se vio en el video que hizo público este joven en un medio local? ¿Qué tipo de capacitación reciben estos agentes para evitar este tipo de abusos?

Además, ¿cómo afecta este tipo de hechos la confianza en las instituciones? ¿Qué impacto tiene en la salud mental de los jóvenes que son víctimas de estos atropellos? ¿Genera resentimiento o desconfianza en la justicia?

La prevención y erradicación de la violencia institucional en la Provincia de Buenos Aires es un desafío que requiere un abordaje multifacético y una voluntad política inquebrantable. Así lo destacó Emanuel Collazo, quien trabaja en la Dirección de Recepción de Denuncias de la Subsecretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires.

Su perspectiva, sumada a la de la Comisión por la Memoria de Olavarría, subraya la importancia fundamental de la formación en derechos humanos para las fuerzas policiales y la sanción penal y administrativa de quienes ejercen este tipo de violencia desde el Estado.

"Es fundamental la formación de los futuros policías en Derechos Humanos y también que se sancione penal y administrativamente a quienes ejercen esta violencia desde el Estado", enfatizó Collazo.

Esta visión es compartida por la Comisión por la Memoria de Olavarría, que considera que el camino hacia la erradicación de la violencia institucional es a través de la Justicia, siguiendo el precedente de las causas por delitos de Lesa Humanidad. "Desde la Comisión por la Memoria de Olavarría consideramos que el camino es a través de la Justicia, como en las causas por delitos de Lesa Humanidad", señaló.

La meta principal es:  "la posibilidad de consolidar una seguridad democrática que implica el pleno goce de derechos", afirmó Collazo.

En cuanto a la intervención judicial en estos casos, Emanuel explicó que "si bien algunas denuncias han sido tramitadas por fiscalías locales,  la mayoría son abordadas por la Fiscalía Especializada en Violencia Institucional, con sede en Azul". 

Un aspecto preocupante en el caso de Tiziano Gianelli fue la dificultad que encontró al intentar presentar el video que grabó   del incidente en la fiscalía. Según relató, estas no fueron debidamente recepcionadas, lo que añade una capa de desprotección y dificulta aún más el camino hacia la justicia para las víctimas de este tipo de atropellos.

Este panorama resalta la necesidad de seguir fortaleciendo los mecanismos de denuncia, investigación y sanción para garantizar que la violencia institucional sea una página del pasado y que se  avance hacia una seguridad que mejore  respete y promueva los derechos humanos de todos.

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