Espigas: Radiografía de una Tragedia Íntima que Conmueve a Olavarría

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Una escena de horror sacudió el jueves por la tarde la tranquilidad del paraje rural de Espigas, una localidad ubicada a 40 kilómetros de la ciudad bonaerense de Olavarría. En una vivienda perteneciente a la estancia “El Rincón del 18”, la Policía bonaerense encontró sin vida a Miguel Ángel Romero, de 39 años; a su pareja, Daiana Contreras, de 34; y a la hija de ella, Iris Uhart, de apenas 4 años.

La primera alarma se encendió cuando Romero, trabajador del lugar, no se presentó a realizar sus tareas diarias. Uno de sus compañeros, también puestero de la misma estancia y vecino directo, fue quien notó la inusual ausencia. La preocupación lo llevó a alertar a la Policía, que arribó al establecimiento horas más tarde y realizó una revisión del inmueble donde vivía la familia.

Lo que los agentes hallaron al ingresar superó cualquier sospecha inicial: en una de las habitaciones de la casa, cerrada con llave desde el interior, estaban los tres cuerpos. Las condiciones en las que fueron encontrados y las lesiones que presentaban apuntan a un escenario de violencia extrema, y las primeras hipótesis indican que se trató de un doble femicidio seguido de suicidio.

Un mes de convivencia y un final trágico
Miguel Ángel Romero había llegado hacía apenas un mes a “El Rincón del 18”, un establecimiento ganadero dedicado a la cría de hacienda. Se instaló allí con Daiana y con la pequeña Iris, en una de las tres viviendas que componen el predio, separadas apenas por 30 metros entre sí. En esas casas viven otros trabajadores rurales, que además de vecinos eran compañeros de faena de Romero.

Según versiones preliminares, la pareja habría iniciado su relación en Arboledas, partido de Daireaux, de donde habrían llegado juntos para comenzar una nueva etapa de vida y trabajo en Espigas. Romero desempeñaba tareas de mantenimiento y cuidado del ganado.

La estancia, de perfil rural y alejada de grandes centros urbanos, es un lugar tranquilo, sin antecedentes de violencia. La noticia del crimen conmocionó a toda la región, especialmente por la brutalidad del hecho y por la corta edad de una de las víctimas.

Una escena cerrada y sin rastros de terceros

Los indicios recabados por los investigadores descartan, en principio, la participación de terceras personas en el hecho. La puerta de la habitación donde se hallaron los cuerpos estaba cerrada con llave desde adentro, y la misma permanecía colocada en la cerradura interior cuando los agentes forzaron el ingreso.

Pero fueron las heridas que presentaban los cuerpos las que terminaron de configurar la hipótesis más fuerte. Daiana Contreras habría sido víctima de asfixia mecánica, mientras que Iris Uhart sufrió un fuerte golpe en la cabeza que le provocó un hundimiento de cráneo. Ambas estaban tendidas en el suelo de la habitación.

A pocos metros de ellas, y con una escena particularmente violenta, se encontraba el cuerpo de Romero: tenía una herida cortopunzante en la zona pectoral y se hallaba colgado del picaporte de la puerta, casi arrodillado y con abundantes manchas de sangre. Su posición bloqueaba, además, el ingreso inmediato a la escena por parte de los efectivos.

Una investigación en curso y una comunidad conmocionada
La Fiscalía a cargo del caso, junto con peritos forenses y personal policial, trabaja en la reconstrucción de los hechos. Aunque la hipótesis de un doble femicidio seguido de suicidio es la que cobra mayor fuerza, los investigadores aún analizan elementos técnicos y testimoniales para comprender cómo se desencadenó la tragedia y qué motivaciones podrían haber estado detrás.

La conmoción en Espigas y en la ciudad de Olavarría es profunda. En redes sociales, vecinos y allegados expresaron su dolor y desconcierto por la pérdida de Daiana e Iris, recordándolas con mensajes cargados de afecto y repudio al crimen.

El caso suma un nuevo capítulo a la alarmante estadística de femicidios en el país, donde la violencia de género continúa cobrándose vidas en los contextos más diversos y, muchas veces, invisibles. Esta vez ocurrió en el corazón de la provincia de Buenos Aires, en el silencio de una casa de campo, en un lugar al que una familia había llegado buscando una nueva oportunidad.