30/10/2025

Lazos Invisibles: la representación de aquello que nos ata por dentro

Estudiantes de quinto año de la Escuela Secundaria N°22 de Olavarría crearon Lazos Invisibles, una obra escrita y actuada por ellos mismos, que invita a hablar de salud mental desde la sensibilidad y el humor. Una puesta que une, emociona y deja huella.

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Milena Galiano - Agencia Comunica

Hay lazos que no se ven, pero que unen. Antes de levantar el telón, el salón ya está vibrando como un escenario. Hay un murmullo que mezcla risas, correcciones improvisadas, y pasos que arrastran nervios. En el centro, un grupo de estudiantes de quinto año de la Escuela Secundaria N°22, se prepara para representar algo más que una obra: su propia mirada sobre la salud mental.
Se trata de Lazos Invisibles, la obra que estrenarán el 7 de noviembre en el Teatro Municipal de Olavarría. Lo que comenzó como un proyecto escolar, terminó convirtiéndose en una experiencia transformadora: una historia sobre salud mental escrita y presentada desde los ojos de quienes hoy más lo piensan y lo sienten:los y las adolescentes.
El guión, escrito colectivamente, retrata las tensiones de una familia moderna. El TOC, la ansiedad, las exigencias, los silencios. Cada personaje encarna una forma distinta de lidiar con el desborde: Elena, la madre obsesionada con los números impares; Javier, el padre distante; Lucía, la hija que brilla por fuera pero se derrumba por dentro; Diego y Daniela, los mellizos que expresan la ansiedad y la rebeldía y Manuel, el menor que disfraza con humor su necesidad de ser visto. En medio de todos ellos, el Dr. Duarte, psicólogo y figura mediadora, intenta recomponer vínculos y ofrecer herramientas.

El profesor Nicolás Contrera, a cargo del Taller de Escritura, recuerda el inicio del proyecto: “Hace tres años que hacemos teatro con los cursos de quinto. Veníamos de trabajar temáticas vinculadas a la ESI y, casi de manera unánime, este grupo eligió hablar de salud mental. Querían contar algo que viven o ven cerca. Desde ahí empezaron a construir los personajes y los conflictos.”

Durante cinco meses, los ensayos fueron tejiendo un espacio de confianza, diversión y reflexión. Lo que empezó como una actividad escolar se transformó en un pequeño refugio emocional.“Los ensayos fueron la mejor parte”, cuenta Mía, quien interpreta a la abuela Aurora. “Las risas… fue lo más divertido y lo más nuestro.” Su compañera Mara, que da vida a Lucía, agrega: “Lo mejor fue el grupo. Nadie pensó que íbamos a formar algo así. Nos unimos mucho, y eso hizo posible la obra.” Para Priscila, que interpreta a Daniela, “lo importante fue poder hablar de salud mental desde un lugar propio. Ganamos confianza, aprendimos a escucharnos”.

 

En los ensayos estudiantes y docentes se encontraron más allá de la obra.

Nicolás Contrera cuenta que el humor apareció naturalmente en la construcción de la obra, y que “ellos mismos se dieron cuenta de que podían decir cosas muy profundas desde la risa. El humor desdramatiza. Permite decir otras cosas sin miedo”.
En tiempos donde la conversación sobre salud mental ya no es tabú, Lazos Invisibles propone el tema desde la mirada adolescente. Los estudiantes protagonistas se mueven en ese equilibrio entre las vivencias propias de la adolescencia y una conciencia lúcida, generacional, que entiende que la salud mental importa.
“Queremos que la gente se ría, que se divierta, pero también que se vaya pensando. Que vayan a terapia, que hablen, que entiendan que no es un tema menor”, dice uno de los actores. Otro agrega: “la obra muestra que ninguna familia es perfecta, pero que lo importante es aprender a convivir y respetarse. Ser funcional dentro de lo disfuncional”.

La obra es el moño de todo un trabajo colectivo.

En ese equilibrio entre humor y verdad, los jóvenes logran lo que muchos adultos aún esquivan: hablar de lo que duele. Y lo hacen con una madurez que conmueve. Lo suyo es genuino. No hay poses ni personajes forzados: creen en lo que cuentan, y esa autenticidad atraviesa todo el ensayo.

Pero el proyecto excede al teatro. Detrás de la obra hay talleres, podcasts, fanzines, ilustraciones y un trabajo interdisciplinario entre docentes de literatura, geografía, historia y orientación escolar. La profesora Sofía, por ejemplo, se encargó de crear las ilustraciones de los personajes y la psicóloga Georgina acompañó el proceso con dinámicas grupales.
“La obra es el moño de todo un trabajo colectivo —dice Contrera—. Es el resultado de meses de exploración entre distintas materias y miradas. Todo está conectado: los dibujos, los podcasts, la investigación”, afirmando así que la salud mental se volvió un eje transversal en la escuela.

La función del 7 de noviembre ya tiene el teatro lleno: más de 900 entradas reservadas y una posible segunda fecha en evaluación. Pero más allá del éxito, lo que se percibe es otra cosa: la emoción de un grupo que encontró en el arte una forma de decir.

“Ellos son los que impulsan todo —reflexiona Contrera—. Nosotros acompañamos. Aprendemos de ellos cada día. Este proyecto me hizo reafirmar el valor del vínculo docente-estudiante. Desde ahí se transforma.”

Al terminar el ensayo, los chicos siguen riendo, probando vestuario, repasando líneas. Saben que se acerca el gran día, pero también que algo de todo esto quedará para siempre: la certeza de haber hecho visible lo invisible. Aquello que nos ata por dentro.
Porque Lazos Invisibles es más que una obra. Es una declaración generacional. Una forma de recordarnos que hablar cura, y acompañar también.