Timoteo Gabriel y su pasión por el bandoneón

Más allá de ser el símbolo del tango, el bandoneón es un instrumento fascinante y complejo, con cuatro teclados diferentes. Timoteo Gabriel nos cuenta cómo, después de un arduo camino, logró conseguirlo y la disciplina que le exige esta particular herramienta de trabajo para "romper patrones" y tocar una variedad de géneros.

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Para Timoteo Gabriel,  el bandoneón es su pasión. Cada vez que habla o lo mira, le brillan los ojos. Siente mucho entusiasmo y su sonido lo conmueve y lo atrapa. Sentado en el sillón de su casa, le explica a "Diario Olavarría" sus comienzos en la música y cómo funciona este instrumento tan particular.

El camino del bandoneón es fascinante. Es un instrumento que dejó una huella imborrable en la música mundial, esencial en el tango, pero también tuvo  lugar en otros estilos. Fue inventado a mediados del siglo XIX por Heinrich Band en Alemania, como una alternativa portátil al órgano de iglesia. Con el tiempo, se hizo popular y llegó a Argentina con los inmigrantes, convirtiéndose en el símbolo del tango.

"Todavía estoy aprendiendo a tocarlo", dice Gabriel   de forma calma y pausada  quien consiguió su instrumento después de seis años de mucho esfuerzo y con la ayuda de su familia. Antes de eso, había comprado una bandólica del año 1800. "Funcionaba más como una reliquia, pero me sirvió para aprender algunas escalas y notas hasta que, después de dos meses, pude comprar el bandoneón", aclara.

El día que lo recibió fue una verdadera locura. "Fue un día muy acelerado", recuerda. "Tuve que hacer malabarismos para coordinar todo: el vendedor, mi maestro y yo. Quería asegurarme de no equivocarme de nuevo". El día se complicó porque su maestro, Rubén Fuentes, no estaba en su casa. Timoteo  tuvo que hacer una "carambola de contactos", llamando a gente para encontrarlo y coordinar la revisión del instrumento.

"Cuando finalmente lo concreté, se me abrió un nuevo mundo, otro horizonte", confiesa. Sin embargo, advierte que esa pasión puede ser peligrosa si te obsesionás. "Yo estuve un par de meses que no dormía. Se te acelera el cerebro y se te puede complicar. Lo importante es encontrarle un lugar de disfrute a todo eso; de lo contrario, puede volverse peligroso si te ponés muy obsesivo".

Para Gabriel, Rubén Fuentes,  su maestro, lo considera un "tesoro" en el Barrio Ceco, un gran bandoneonista con mucho talento. A sus 80 años, "su frescura me llena de musicalidad", dice Timoteo , que también estudia de forma autodidacta.

El bandoneón, según él, es un instrumento muy particular. A diferencia del piano, los botones "parecen seguir un camino de hormigas, completamente desordenados". Además, las notas cambian al abrir y cerrar el fuelle. "Uno tiene que aprender cuatro teclados diferentes", compara, y por eso la disciplina es fundamental.  ParaTimoteo Gabriel , la disciplina no es rigurosa, sino una que "te lleva a la libertad". Es lo que le permite lograr una conexión con el instrumento. "Somos lo que hacemos", dice. Y para él, hacer música es como el trabajo de un orfebre: "El músico también trabaja con el sonido".

En cuanto a su repertorio, el músico  está tocando "rock nacional, algunos corales de Bach, tangos, folklore y estoy indagando en otros géneros musicales". Para él, si bien el bandoneón es sinónimo de tango, "se pueden hacer otras músicas. Es como romper un patrón".

Para cerrar, nos deja una reflexión: "Para mí, la música es una forma de vida que resignifica todo lo que hago. Conozco el mundo a través de ella, está en mi día a día y me da una sensación de plenitud. Para mí, eso es calidad de vida, y al bandoneón lo quiero mucho y le agradezco que haya llegado a mi corazón", finaliza  Timoteo Gabriel, quien da por terminada la entrevista mientras sus manos acarician el bandoneón, llenando la habitación con su sonido.

En Instagram lo pueden encontrar como: timoteogabriel_